¡Buenísimos días a todos!
Esta semana ya va viendo su fin, sobretodo para mí que mañana salgo de viaje hacia Milán.
Estamos deseando coger ese avión y desconectar unos días de nuestra rutina, al final cuerpo y mente lo necesitan.
Me marcho cámara en mano para fotografiar y grabar todo lo posible, y así poderos mostrar un poquito de mi viaje. Actualizaré redes también chicas, así que no me vais a perder la pista.
Prometido.
Os cuento, el domingo pasado tuve la gran suerte de coincidir con una pareja de amigos, y estuvimos disfrutando de dos poblaciones alicantinas que a mí personalmente me han robado un poco el corazón.
Altea fué la primera de ellas, situada en la costa alicantina. Un pueblo tan especial y con tanto que ofrecer pese a lo pequeño que es.
Desde que accedes ya te llaman la atención sus calles; todas empedradas, con sus casas en color blanco, balcones muy cuidados y llenos de plantas…
Una «pequeña Ibiza» que te atrapa y consigue que no dejes de mirar cada rincón.
Primero estuvimos visitando su casco antiguo, lleno de restaurantes y tiendas de artesanía. Disfrutamos de una fideuá de marisco y arroz negro, tomamos helado y dimos un paseo final antes de bajarnos hacia el mar a tomar un poco el solecito mientras bajamos la comida.
Nuestra segunda parada fué Guadalest, una pequeña villa del interior de Alicante. Sencillamente es mágica, como de cuento.
La subida a su castillo y todas las vistas de la sierra y lago que se pueden disfrutar desde allí merecen la pena sin duda. Además, podréis visitar cantidad de museos entre los cuales merece la pena sin duda el museo de miniaturas.
Aqui os dejo ya con las fotos de lo que fue mi domingo. Espero que las disfrutéis y os animéis a visitar estas poblaciones si pasáis por la zona de Alicante, seguro que no os arrepentiis.
Millones de besos.
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